Marrakech es una de las ciudades más activas, ruidosas y llenas de
humo del Magreb. Pero a pesar de este continuo ir y venir, tiene un
encanto sin igual, imposible no admirar. La ciudad recoge vestigios
antiguos de la cultura árabe y es uno de los centros del Islam en África
del Norte. Los minaretes, y las casas bajas y rojas a los pies de las
montañas azules atraen a millones de visitantes de todo el mundo. Un
exótico paraíso en el que disfrutar alojándose en uno de los muchos hoteles en Marrakech.
Muy
populares son las tiendas locales artesanales que se encuentran a lo
largo de los muchos mercados de la ciudad, todos inmersos en un mar de
olores, sabores y colores. En la tradición árabe como es de esperar, hay
una costumbre del regateo. Olvídate de las compras al instante! Cada
vendedor debe estar de acuerdo contigo en el precio y serás afortunado
si la venta se cierra en poco más de 10 minutos. En esos puestos se
puede encontrar de todo. Entre los productos típicos de Marrakech, se
encuentran: joyas, cuchillos, ropa, alfombras, teteras e incluso
productos de belleza.
Desde el punto de vista turístico, cabe
destacar la Plaza Djemaa-el-Fna donde se recojen los muchos mercados y
donde se concentra la movida juvenil. Una especie de punto de encuentro
entre la tradición y la modernidad. La ajetreada vida de la plaza,
también ofrece numerosos bares desde cuyas terrazas se puede admirar el
maravilloso espectáculo de danzas tradicionales con los encantadores de
serpientes acrobáticos y los músicos.
La temperatura en Marrakech
es muy caliente, tiene las noches más frías en mayo y junio. La mejor
época para visitarla es la primavera, cuando los altos pasos de la
cordillera del Atlas están libres de nieve y el calor del desierto es
aún soportable, principalmente debido a la baja humedad del aire.
La
tradición culinaria de Marrakech se encuentra en línea con la de
Marruecos. Ricos sabores mezclados con picante y salado. Y algunos
platos que nos parecerán un poco arriesgados, como la carne acompañada
de frutas o sazonadas con azúcar, pero el sabor no es para nada malo. Un
plato típico es el tajín,
estofado de cordero con verduras y legumbres. Pero no te puedes perder
el cous cous: Plato de trigo duro con pollo al limón y otros vegetales.
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